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1/1/25

2.2. Historia del correo.

Desde las formas más rudimentarias de transmisión de mensajes hasta la consolidación de sistemas estatales organizados, el correo ha sido testigo del constante afán humano por superar las barreras de la distancia y establecer lazos entre comunidades alejadas. La comunicación, definida por la Real Academia Española como el proceso de transmisión de señales mediante un código común entre emisor y receptor, fue en sus inicios meramente oral, apoyada en la inmediatez del lenguaje. Sin embargo, el deseo de llevar el lenguaje más allá de la distancia física y de preservar su contenido en el tiempo dio origen a la escritura, un hito que transformó radicalmente la forma en que las sociedades podían relacionarse, conservar su memoria colectiva y difundir sus ideas.

2.2. Historia del correo: 

1. El Correo: Origen, Evolución y Consolidación en la Historia
2. La Edad Media: el declive y el resurgimiento del correo en Europa
3. El Correo en España
4. El Desarrollo del Correo en Francia
5. La revolución postal en la Edad Moderna

Desde una perspectiva histórica, el ser humano recurrió inicialmente a medios sencillos, aunque ingeniosos, para transmitir información a través de grandes distancias. Hoguera tras hoguera, el fuego servía para señalar el peligro o convocar a las comunidades; tambores y silbidos resonaban sobre colinas y valles llevando mensajes codificados; nudos y cuentas cumplían una función nemotécnica que daba sentido a datos de interés. Todos estos sistemas, por muy útiles que resultaran en determinados contextos, carecían de la precisión, la permanencia y la flexibilidad que proporcionaba la palabra escrita. Fue esta última la que marcó un antes y un después en la historia del correo, posibilitando el surgimiento de soportes tangibles, como tablillas de barro, papiros o el papel, que permitieron dar forma a la información, conservarla y hacerla llegar a lugares distantes.

La práctica de transportar el lenguaje escrito dio origen a un fenómeno complejo que, con el tiempo, se perfeccionó en métodos y técnicas diversas, siempre con la meta de alcanzar mayor rapidez y eficiencia. Si en un principio eran mensajeros a pie o a caballo los encargados de portar noticias y decretos, más tarde surgieron estructuras más complejas: redes organizadas, postas, rutas marítimas y, finalmente, sistemas internacionales de intercambio epistolar. Conforme avanzaban las sociedades, la incorporación de nuevas tecnologías de transporte —diligencias, ferrocarriles, barcos a vapor, aviones— fue acelerando el flujo de cartas, documentos, valores y productos, dando lugar a un correo cada vez más versátil, dinámico y global. De esta forma, el papel se convirtió durante siglos en el medio principal para plasmar el lenguaje escrito, mientras que las cartas fueron el vehículo esencial de comunicación a distancia.

El estudio del correo va más allá del análisis técnico de sus soportes y medios; implica comprender su impacto cultural y social, pues a través de la circulación de noticias, informes oficiales, opiniones e incluso expresiones artísticas, el correo contribuyó a moldear la conciencia colectiva de cada época y lugar. El correo reveló diferencias e interconexiones, reflejó tensiones políticas y consolidó redes comerciales, influyendo en la organización social de manera profunda.



A lo largo del tiempo, se definieron tres características fundamentales que han marcado la historia del correo. 

  • La gestión estatal aseguraba la uniformidad del servicio, su accesibilidad y su utilización para difundir mensajes ideológicos y propagandísticos, otorgando al Estado un control directo sobre la información en tránsito
  • La confidencialidad de los envíos fue clave para cimentar la confianza pública: al garantizar que el contenido de las comunicaciones, tanto privadas como oficiales, permaneciera a salvo de miradas indiscretas, el sistema postal se legitimó ante la sociedad y reforzó su función esencial. 
  • En tercer lugar, la rapidez se convirtió en una aspiración constante y ambiciosa, estimulando innovaciones tecnológicas y logísticas. Uno de los pasos más significativos en este sentido fue la adopción de tarifas prepagadas, facilitadas por el uso de sellos adhesivos, que agilizaba el procesamiento de la correspondencia y hacían el sistema más fácil de usar.

El sello postal, más que una simple estampilla para indicar el pago del franqueo, fue un símbolo de la autoridad del Estado sobre el correo y un medio para reforzar la identidad nacional, difundir imágenes culturalesconmemorar personajes históricos, mostrar paisajes emblemáticos y, en ocasiones, transmitir de manera sutil mensajes políticos. Al ser producido y distribuido por el Estado, el sello adquirió una dimensión oficial que lo convirtió en un vehículo de propaganda estatal y, al mismo tiempo, en una pieza gráfica con valor artístico y simbólico, reflejo de la nación que lo emitía.

En definitiva, el correo ha sido algo más que un simple sistema de transmisión de mensajes: ha sido una herramienta de cohesión socialun factor determinante en la consolidación de las estructuras estatales y un espejo del avance de la humanidad en su capacidad de superar los límites geográficos. A través de su historia, se entiende la compleja red de interacciones que ha permitido al ser humano comunicarse, organizarse, comerciar, establecer lazos afectivos y culturales, y proyectar su voz al otro lado del mundo.


1. El Correo: Origen, Evolución y Consolidación en la Historia

El origen del correo se sitúa en la antigua China hacia el año 4000 a.C. En aquel tiempo, la necesidad de administrar un territorio extenso impulsó la creación de un servicio de mensajeros denominado “Ching Pao”, supervisado directamente por el emperador. Estos heraldos, montados a caballo, llevaban órdenes oficiales a grandes distancias, convirtiéndose así en un precedente clave del sistema postal. Aunque el método inicial resultaba rudimentario, estableció las bases del correo organizado, destacando por su eficiencia dentro de la administración imperial y reflejando la capacidad del Estado para mantener una comunicación regular entre sus diversas regiones.

La relevancia de la confidencialidad en la correspondencia se remonta también a épocas muy tempranas. En Mesopotamia, se ideó un método para garantizar que la información contenida en los mensajes solo fuera accesible para los destinatarios legítimos: las tablillas de barro se sellaban en un envoltorio del mismo material, cocido al fuego, formando un recipiente sólido. Esto aseguraba no solo la confidencialidad, sino también la autenticidad del mensaje, pues el destinatario podía comprobar si había sido manipulado. También se creó el Chaparkhaneh, una red organizada de casas de postas ubicadas a intervalos regulares, donde los mensajeros podían cambiar de caballos y descansar. Según Xenofonte, este sistema permitió cubrir vastos territorios con rapidez y seguridad, manteniendo la comunicación constante entre el gobierno central y las regiones fronterizas. La infraestructura persa resultó pionera al formalizar rutas postales, establecer una organización centralizada y sentar un modelo que otros imperios, como el romano, replicarían después.


En la Grecia clásica, aunque el sistema postal carecía de una infraestructura tan sólida, destacó la labor de los hemerodromoi, mensajeros a pie capaces de recorrer grandes distancias con mensajes oficiales y privados. Estas figuras, altamente entrenadas, eran contratadas tanto por el gobierno como por particulares, lo que anticipaba la profesionalización del correo. Aunque la falta de rutas organizadas limitaba su eficacia, Grecia aportó un elemento fundamental: remunerar a los mensajeros por sus servicios, estableciendo así las bases del correo como actividad profesional.

El Imperio Romano elevó el correo a otro nivel con el Cursus Publicus, establecido por Augusto en el siglo I a.C. Esta red postal, destinada a garantizar la administración eficiente del imperio, se apoyaba en una vasta red de stationes o estaciones de relevo, que permitían cambiar caballos y mensajeros para reducir drásticamente los tiempos de entrega. Las vías romanas, una extensa red de carreteras que conectaban las provincias, facilitaron la eficacia del sistema. El Código Teodosiano fijó normas sobre las distancias entre postas y los tiempos de entrega, reflejando un alto grado de organización y regulación. Sin embargo, el Cursus Publicus era exclusivo del Estado y el ejército, limitando su acceso a la población en general.


2. La Edad Media: el declive y el resurgimiento del correo en Europa

La caída del Imperio Romano supuso la desintegración del Cursus Publicus y la fragmentación de las comunicaciones. Siglos más tarde, en el siglo IX, el califato de Bagdad perfeccionó este modelo, estableciendo una red de 930 postas que conectaban las principales vías del imperio, lo que la convirtió en una de las redes postales más avanzadas de su tiempo, y demostró la continua importancia del correo como herramienta esencial de la organización estatal y la cohesión territorial. En este contexto, la Iglesia católica adquirió un papel fundamental, ya que monasterios y conventos, al ser centros de conocimiento y cultura, funcionaron como nodos de comunicación entre regiones aisladas. Estos establecimientos no solo copiaban y custodiaban manuscritos, sino que también transmitían mensajes religiosos y oficiales, contribuyendo a mantener cierto grado de contacto entre diferentes áreas, pese a la inestabilidad política y militar que dominaba el panorama europeo.

Con la llegada del siglo XII, el panorama comenzó a cambiar gracias a la expansión del comerciola consolidación de las universidades y el aumento de las relaciones urbanas. Este despertar económico y social se tradujo en un resurgimiento de las redes postales, impulsado por la necesidad de enviar y recibir información con mayor rapidez y fiabilidad. Un ejemplo notable es la Universidad de París, que organizó un sistema de mensajeros matriculados, los nuntii volantes, encargados de transportar correspondencia entre estudiantes, maestros y familias. Esta innovación prefiguraba la posterior profesionalización del correo, adaptándose a las necesidades cada vez más complejas de una sociedad en transformación.

Durante esta época, también se fortalecieron las ferias comerciales y las ligas mercantiles, como la Liga Hanseática, que no solo facilitaron el intercambio de bienes, sino también el de noticias e información relevantes, abriendo el camino a la formalización posterior de sistemas postales más integrados.

Con las grandes navegaciones del siglo XV y XVI, el servicio de mensajería tomó de nuevo un puesto de gran relevancia. Era a través de las cartas de los descubridores que los reinos podían enterarse de sus logros y mantener el control de las colonias mediante una correspondencia continua con las mismas. Este período marcó el inicio de una comunicación global, facilitada por las nuevas rutas marítimas que conectaban Europa con Asia, África y América, permitiendo una interculturalidad sin precedentes y la expansión de imperios coloniales.

El primer monopolio de correos perteneció a la familia Thurn und Taxis, que, a partir de 1520, estableció durante más de tres siglos un servicio postal que conectaba prácticamente toda Europa. En sus inicios, esta empresa privada trabajaba exclusivamente para gobernantes y oficiales europeos, asegurando la transmisión de correspondencia diplomática y administrativa con relativa seguridad y puntualidad. Este monopolio no solo aseguró la eficiencia y la regularidad en la entrega de mensajes, sino que también permitió la estandarización de los servicios postales en una vasta red europea. Las regiones que no estaban bajo su control tenían sistemas distintos de envíos que funcionaban según las normas oficiales de cada país, lo que generaba una fragmentación en la calidad y eficiencia de los servicios postales a lo largo del continente.

El alto coste, la irregularidad y la lentitud del servicio de los correos bajo el monopolio Thurn und Taxis provocaron muchas insatisfacciones en los usuarios. Estas deficiencias desembocaron en el surgimiento de organizaciones clandestinas que ofrecían el servicio postal de manera más económica, rápida y eficiente, desafiando el monopolio existente y promoviendo una competencia que eventualmente llevaría a mejoras significativas en el sistema postal europeo.

Palacio de  Frankfurt de la dinastia Thurn y Taxis

Para minimizar estos problemas y en la tentativa de unificar su sistema, Inglaterra, a través del proyecto idealizado por Rowland Hill, revolucionó el envío de las correspondencias. Su propuesta establecía que las tarifas pagadas por los usuarios fueran confirmadas por medio de un comprobante fijado en la correspondencia, de forma que en 1840 fueron vendidos los primeros sellos postales, el famoso “Penny Black”. Este nuevo sistema provocó un incremento de los envíos ya en su primer año de utilización, pasando de 78 millones en 1839 a 170 millones en 1840. Brasil, con la creación de la serie “Olho-de-boi” en 1843, fue el segundo país del mundo en emitir sellos postales, adoptando también esta innovadora práctica que democratizó y agilizó el envío de correspondencia.

En 1867, junto con el fin del monopolio Thurn und Taxis, llegaron los acuerdos internacionales y las mejoras de los medios de transporte —principalmente con el desarrollo del sistema ferroviario y marítimo— que permitieron un servicio postal más rápido y eficiente. La expansión de las redes ferroviarias facilitó la entrega rápida de correspondencia a lo largo de distancias mayores, mientras que las innovaciones en el transporte marítimo permitieron una comunicación internacional más efectiva y una interconexión global sin precedentes.

Uno de los acuerdos más destacados fue la Universal Postal Union (UPU), que supuso la expansión y unificación del servicio en varios países de Europa, Norteamérica y África. La creación de la UPU en 1874 coincidió con los grandes cambios sociales y culturales vividos principalmente por Europa y América, incluyendo la industrialización, la urbanización, la migración de las zonas rurales a los centros industriales y urbanos, la expansión colonial y el inicio del turismo de masas. Este contexto permitió que el servicio postal se adaptara y evolucionara para satisfacer las necesidades de una población en constante cambio, resultando en un aumento considerable en la práctica de enviar y recibir cartas a nivel mundial.

La circulación de tarjetas postales de franqueo reducido comenzó en 1869 con la creación de la postal del gobierno vienés “Correspondence-Karte”. Esta innovación se alineó con los importantes cambios administrativos sufridos por el sistema postal, permitiendo una mayor accesibilidad y eficiencia en el envío de correspondencia. Sin embargo, fue solo a partir de 1902, probablemente debido a la popularización y abaratamiento de los servicios gráficos, que las tarjetas postales adoptaron el formato tradicional de un lado con la imagen y el otro lado dividido para el mensaje y la dirección, conocido como “divided back”. Esta particularidad fundamental y revolucionaria permitió que los mensajes e imágenes viajaran expuestos, sin preocupación por la privacidad, lo que facilitó la abundancia de postales con diversos temas como paisajes, retratos, contenidos satíricos, políticos y eróticos.

A principios del siglo XX, con la popularización del nuevo medio, las postales se convirtieron en el medio de comunicación más utilizado para la transmisión de mensajes cortos por el correo . Este formato se estableció como un soporte para muchos artistas, quienes aprovecharon la reversibilidad de las postales para crear un juego poético entre imagen y palabra. En el arte postal, la tarjeta postal se convirtió en uno de los elementos más utilizados, facilitando el intercambio de materiales artísticos en sus más variados formatos, lo que enriqueció la creatividad y la expresión artística.

Además, la innovación tecnológica continuó transformando el correo y las tarjetas postales. La fotografía y la impresión de alta calidad permitieron la creación de postales visualmente atractivas y detalladas, lo que aumentó su popularidad tanto para fines personales como comerciales. La introducción de procesos de impresión más eficientes y materiales más duraderos también contribuyó a la expansión del uso de las postales, haciéndolas accesibles a una audiencia más amplia y diversificada.

En el contexto de la globalización, las tarjetas postales jugaron un papel crucial en la difusión cultural y en la conexión entre diferentes regiones del mundo. Permitieron la representación visual de paisajes exóticos, monumentos históricos y escenas cotidianas, ofreciendo a los remitentes y destinatarios una ventana al mundo exterior. Este intercambio visual no solo fortaleció los lazos personales y comerciales, sino que también promovió una mayor comprensión y apreciación de la diversidad cultural.

En resumen, la evolución del sistema postal desde sus orígenes antiguos hasta su consolidación moderna refleja una adaptación continua a las necesidades sociales, tecnológicas y culturales. La innovación de Rowland Hill con los sellos postales y la creación de la UPU fueron hitos fundamentales que transformaron el correo en un medio de comunicación global, facilitando la interconexión de sociedades y el intercambio cultural a nivel mundial. Las tarjetas postales, con su combinación única de imagen y palabra, se establecieron como un medio perdurable que no solo facilitaba la comunicación personal, sino que también actuaba como un reflejo de la modernidad y una herramienta para la expresión artística y la documentación cultural.


3. La Evolución del Correo en España

La evolución del correo en España reflejó los cambios políticos, administrativos y sociales, adaptándose a un territorio diverso y extenso. A lo largo de los siglos, las necesidades de comunicación impulsaron la creación de redes cada vez más complejas, que partieron de sistemas rudimentarios para llegar a un servicio estatal centralizado y modernizado. Este desarrollo no solo facilitó la integración territorial, sino que también fortaleció la autoridad de la Coronaamplió las relaciones comerciales y fomentó la difusión cultural.

En la Edad Media, la fragmentación política y cultural dificultaba un correo unificado. Las comunicaciones dependían de mensajeros particulares, viajeros, comerciantes y peregrinos, quienes, aunque sin una estructura formal, mantenían cierto grado de circulación de información. En este contexto, los monasterios, además de custodiar el saber, se convirtieron en nodos de transmisión de noticias religiosas y oficiales. Las rutas de peregrinación, como el Camino de Santiago, aportaron dinamismo y conectaron regiones distantes, favoreciendo el intercambio de ideas, mercancías y relatos.

En el siglo XII, Bernat Marcús impulsó un sistema postal en la Corona de Aragón que definió rutas, estandarizó tarifas y estableció criterios predecibles para el envío de correspondencia, mejorando así la comunicación entre cortes reales y comerciantes. Este modelo anticipó la futura consolidación de una infraestructura postal más desarrollada, marcando un paso decisivo en la profesionalización y regulación del servicio.

Con la unificación territorial bajo los Reyes Católicos, se crearon las postas reales: rutas fijas con estaciones de relevo que permitieron un transporte más ágil de mensajes, garantizando la cohesión política y administrativa. La conexión con la familia Thurn und Taxis dio un impulso internacional, integrando las redes españolas en las europeas. Con el tiempo, estas rutas se abrieron también a particulares, marcando un hito en la democratización del correo y potenciando el intercambio comercial, diplomático y cultural.

A medida que el Imperio español expandía sus dominios por América y Asia, el correo tuvo que adaptarse a las rutas marítimas. El Correo de Indias enlazó la metrópolis con sus territorios ultramarinos, garantizando el intercambio de órdenes, informes y correspondencia privada, pese a las dificultades de la navegación. Esta red aseguró la cohesión del imperio, reforzó su control sobre las colonias y facilitó la circulación de ideas, noticias e innovaciones.

La llegada de la dinastía borbónica en el siglo XVIII impulsó importantes mejoras. El servicio de correos pasó a ser público y estatal, profesionalizando el sistema, ampliando rutas y adoptando nuevas medidas de seguridad, como las estafetas, que protegían la integridad de la correspondencia. Estas reformas hicieron que el correo resultara más eficiente, seguro y útil para la población, el comercio y la administración, consolidándolo como una herramienta estratégica en la vida económica y social del país, y sentando las bases para su posterior modernización en el siglo XIX.


4. El Desarrollo del Correo en Francia

La evolución del correo en Francia ejemplifica el tránsito desde un servicio reservado a la élite monárquica hasta un sistema más amplio y accesible, reflejo de las tensiones y cambios ocurridos en el país a lo largo de los siglos. Sus transformaciones no solo respondieron a las necesidades internas de administración y control, sino también a la interacción con otras potencias europeasel auge del comercio y el crecimiento de las ciudades.

Bajo el reinado de Francisco I, en el siglo XVI, se establecieron las postas reales (1533), una red de estaciones de relevo concebida para agilizar la transmisión de mensajes oficiales, restringida mayormente al uso gubernamental y aristocrático. Esta estructura aseguraba la circulación de órdenes y comunicaciones estatales, pero dejaba al margen a buena parte de la población, reflejando la naturaleza fuertemente centralizada y jerárquica de la sociedad francesa de la época.

Durante el siglo XVII, con Luis XIII y especialmente con Luis XIV, el correo se consolidó bajo un control estatal más firme. La creación de la Ferme des Postes (1668), un sistema de concesión que generaba ingresos para la corona, fue un paso significativo, pues permitió financiar y expandir las rutas postales que conectaban París con las principales ciudades del reino y de Europa. A medida que estas rutas se ampliaban, el servicio comenzó a abrirse gradualmente a particulares, anunciando una futura democratización del correo. Este proceso fue impulsado por el dinamismo económicoel aumento de la alfabetización y la necesidad de intercambiar información con mayor celeridad.

En el siglo XVIII, con Luis XV y Luis XVI, el correo experimentó una modernización sustancial gracias a la introducción de las diligencias postales (1738). Estos vehículos no solo aceleraron el transporte de cartas, sino también de pasajeros y mercancías, mejorando la velocidad y la fiabilidad del servicio. La ampliación de las estafetas y la expansión de las rutas postales incrementaron la cobertura territorial, permitiendo la llegada del correo a regiones más alejadas. Además, se establecieron tarifas estandarizadas, facilitando el acceso de la burguesía y otros grupos sociales al servicio. Esta mayor accesibilidad resultó vital para el intercambio de ideasla propagación de noticias y la consolidación de una esfera pública informada, ingredientes fundamentales del debate ilustrado en la Francia del siglo XVIII.


La Revolución Francesa supuso una transformación completa del correo. Al alinearlo con los principios de igualdad y universalidad, se dio paso a un servicio público accesible a todos los ciudadanos, independientemente de su rango social. La nueva organización postal encarnó los ideales revolucionarios, haciendo del correo un instrumento de comunicación al servicio de la nación, en lugar de un privilegio estatal o aristocrático. De esta forma, el correo francés se encaminó hacia la figura del servicio postal moderno, cada vez más ágil, económico, regular y próximo a las necesidades de la sociedad.

En suma, el correo en Francia pasó de ser una herramienta exclusivamente monárquica y restringida a convertirse en una red organizada, eficiente y abierta a la ciudadanía. Su desarrollo acompañó los cambios administrativos, económicos y sociales que atravesó el país, reflejando un progreso que unió centros urbanos con localidades rurales, fomentó el intercambio intelectual, estimuló el comercio y, en última instancia, preparó el camino hacia el sistema postal universal, un paso esencial en el surgimiento de la Francia contemporánea.


5. Revolución postal y modernización en el siglo XIX


Con la llegada de la Revolución Industrial, el correo experimentó una transformación sin precedentes. Este período marcó un punto de inflexión en la historia de las comunicaciones, ya que los avances tecnológicos y las nuevas necesidades económicas y sociales impulsaron cambios radicales en la forma en que se gestionaba y distribuía la correspondencia.


La introducción del sello postal

Uno de los hitos más significativos de esta revolución postal fue la introducción del sello postal en 1840, gracias a la iniciativa de Rowland Hill en Gran Bretaña. Hasta entonces, el sistema de correos era costoso y poco accesible para la mayoría de la población, ya que el destinatario era quien debía pagar por la recepción de las cartas. Esto generaba problemas de eficiencia, ya que muchas cartas no eran recogidas o rechazadas por los destinatarios, lo que suponía un gasto innecesario para el sistema postal (MASON, 1995).


El Penny Black, el primer sello postal adhesivo, revolucionó este sistema al establecer un método de pago anticipado. Con un coste de un penique, el sello permitía que el remitente pagara por el envío antes de que la carta fuera despachada. Este cambio no solo simplificó el proceso de franqueo, sino que también democratizó el acceso al correo, permitiendo que personas de todas las clases sociales pudieran enviar y recibir correspondencia de manera más económica y eficiente (MASON, 1995).


La popularidad del sello postal fue inmediata. En su primer año de uso, el número de envíos postales en Gran Bretaña se duplicó, pasando de 78 millones en 1839 a 170 millones en 1840. Este éxito impulsó la adopción del sello postal en otros países, convirtiéndolo en un elemento universal del sistema postal moderno.

Brasil, por ejemplo, fue el segundo país en adoptar esta innovación, con la creación de la serie “Olho-de-boi” en 1843. Esta iniciativa no solo democratizó y agilizó el envío de correspondencia en el país, sino que también consolidó el sello postal como una herramienta esencial para la comunicación global (FLETCHER, 2002).


La creación de la Unión Postal Universal (UPU)

Otro momento clave en la revolución postal fue la creación de la Unión Postal Universal (UPU) en 1874, con sede en Berna, Suiza. Hasta entonces, el envío de correspondencia internacional estaba sujeto a una gran variedad de tarifas, normas y procedimientos, lo que dificultaba la comunicación entre países y generaba ineficiencias en el sistema (FLETCHER, 2002).


La UPU fue el primer organismo internacional en estandarizar las normas postales a nivel global. Este acuerdo multilateral estableció tarifas uniformes, simplificó los trámites aduaneros y promovió la cooperación entre los servicios postales de los países miembros. Gracias a la UPU, el flujo de correspondencia internacional se volvió más fluido, eficiente y confiable, facilitando el intercambio de cartas y paquetes entre naciones (FLETCHER, 2002).


La creación de la UPU coincidió con un período de grandes cambios sociales y económicos, como la industrialización, la urbanización, la migración de las zonas rurales a los centros industriales y urbanos, la expansión colonial y el inicio del turismo de masas. Estos factores aumentaron la demanda de un sistema postal más ágil y accesible, capaz de conectar a personas y empresas en un mundo cada vez más interconectado (FLETCHER, 2002).


El impacto de las innovaciones tecnológicas

La Revolución Industrial no solo trajo consigo cambios en la organización del correo, sino también en los medios de transporte y comunicación. La introducción del ferrocarril y el desarrollo de barcos de vapor permitieron que la correspondencia se transportara más rápido y a mayores distancias. Las redes ferroviarias, en particular, jugaron un papel crucial en la modernización del correo, ya que permitieron la entrega rápida y regular de cartas y paquetes en todo el territorio nacional e internacional (MASON, 1995).


Además, la telegrafía y, posteriormente, el teléfono complementaron el servicio postal, ofreciendo alternativas más rápidas para la transmisión de mensajes urgentes. Sin embargo, el correo siguió siendo el medio principal para el envío de documentos, paquetes y correspondencia personal, especialmente en áreas rurales o remotas donde las nuevas tecnologías no estaban disponibles (MASON, 1995).


La democratización del correo y su impacto social

La revolución postal no solo transformó la forma en que las personas se comunicaban, sino que también tuvo un profundo impacto social. Al hacer que el correo fuera más accesible y económico, se fomentó la alfabetización y el intercambio de ideas. Las cartas se convirtieron en un medio esencial para mantener los lazos familiares, especialmente en un contexto de migración masiva hacia las ciudades y las colonias (GARCÍA, 2018).

Además, el correo jugó un papel clave en el desarrollo del comercio y la industria. Las empresas pudieron enviar y recibir pedidos, facturas y contratos de manera más eficiente, lo que facilitó la expansión de los mercados nacionales e internacionales (MASON, 1995).


La evolución de las tarjetas postales

En 1869, la creación de la “Correspondence-Karte” por el gobierno vienés marcó el inicio de la circulación de tarjetas postales de franqueo reducido. Esta innovación se alineó con los importantes cambios administrativos sufridos por el sistema postal, permitiendo una mayor accesibilidad y eficiencia en el envío de correspondencia (FLETCHER, 2002). Sin embargo, fue solo a partir de 1902, probablemente debido a la popularización y abaratamiento de los servicios gráficos, que las tarjetas postales adoptaron el formato tradicional de un lado con la imagen y el otro lado dividido para el mensaje y la dirección, conocido como “divided back”.


Esta particularidad fundamental y revolucionaria permitió que los mensajes e imágenes viajaran expuestos, sin preocupación por la privacidad, lo que facilitó la abundancia de postales con diversos temas como paisajes, retratos, contenidos satíricos, políticos y eróticos (FLETCHER, 2002). A principios del siglo XX, con la popularización del nuevo medio, las postales se convirtieron en el medio de comunicación más utilizado para la transmisión de mensajes cortos por el correo.


Este formato se estableció como un soporte para muchos artistas, quienes aprovecharon la reversibilidad de las postales para crear un juego poético entre imagen y palabra. En el arte postal, la tarjeta postal se convirtió en uno de los elementos más utilizados, facilitando el intercambio de materiales artísticos en sus más variados formatos, lo que enriqueció la creatividad y la expresión artística (MOTLEY, 2002).

Además, la innovación tecnológica continuó transformando el correo y las tarjetas postales. 


La fotografía y la impresión de alta calidad permitieron la creación de postales visualmente atractivas y detalladas, lo que aumentó su popularidad tanto para fines personales como comerciales. La introducción de procesos de impresión más eficientes y materiales más duraderos también contribuyó a la expansión del uso de las postales, haciéndolas accesibles a una audiencia más amplia y diversificada (MOTLEY, 2002).


En el contexto de la globalización, las tarjetas postales jugaron un papel crucial en la difusión cultural y en la conexión entre diferentes regiones del mundo. Permitieron la representación visual de paisajes exóticos, monumentos históricos y escenas cotidianas, ofreciendo a los remitentes y destinatarios una ventana al mundo exterior. Este intercambio visual no solo fortaleció los lazos personales y comerciales, sino que también promovió una mayor comprensión y apreciación de la diversidad cultural (MOTLEY, 2002).


El legado de la revolución postal

La revolución postal de la Edad Moderna sentó las bases para el sistema postal que conocemos hoy en día. La introducción del sello postal y la creación de la UPU no solo mejoraron la eficiencia del correo, sino que también lo convirtieron en un servicio universal, accesible para todos (MASON, 1995).

En la actualidad, aunque el correo electrónico y otras formas de comunicación digital han reducido el volumen de correspondencia física, el sistema postal sigue siendo una parte esencial de la infraestructura global de comunicaciones. Su evolución a lo largo de los siglos es un testimonio del ingenio humano y de su constante búsqueda de formas más eficientes de conectar a las personas (MASON, 1995).





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  27. WRIGHT, R. (2002). The Hansa: A History of the Baltic and North Sea Hanseatic League. Cambridge: Cambridge University Press.

  28. POST, M. D. (2005). The Postal History of the Roman Empire. Princeton: Princeton University Press.



Aunque son ya muchos en España los aficionados a formar colección de sellos de Correo, ya con el mero propósito de reunirlos y compararlos, ya con el de estudiar en estos tan curiosos como diminutos documentos el orden progresivo de las comunicaciones internacionales, el adelanto parcial en las artes y el buen gusto, la rapidez de las postas y otros mil pormenores enlazados con la geografía, la administración, el grabado, la estampación, la fabricación de papel y tintas, el trepado, engomado, de calcomania, etc., etc., se carece hasta ahora del elemento principal para fijar sistemática y razonadamente la colección de los sellos españoles.

Los álbumes impresos en el extranjero, de que suelen valerse los aficionados, no solamente son concisos é insuficientes en sus descripciones, sino que adolecen de errores en que fácilmente incurre el que ha tenido á la vista los sellos sin conocer las disposiciones oficiales a que deben su origen. Andan éstas dispersas, sin que algunas hayan tenido circulación más que entre los empleados que habían de cumplirlas, siendo por lo mismo tan difícil reunirías, que no es de extrañar que el Sr. J. B. Moens, tan competente en estos estudios especiales, que lleva publicada la historia de los sellos de tantas naciones de Europa, no haya podido escribir la de nuestro país.


D. Francico López Fabra dio a luz en la Revista de Correos, por los años de 1867 y 1868, unos artículos que llevaban por título Los sellos para el franqueo de la correspondencia, y que constituyen el primer ensayo útil en la serie de publicaciones. Siguió por esta senda el Dr. Thebussem, insertando en la misma Revista la Legislación philatélica en España desde 1849 a fin de 1875 y el Catalogo de las disposiciones legales relativas a cambio de sellos, franqueo de correspondencia, etc., trabajos tan eruditos y apreciables, aunque incompletos, que merecieron la honra de ser traducidos al francés y al inglés.





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